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Cuando los hombres descansan exhaustos, las madres velan los sueños de sus hijos hasta perder la consciencia. Algunas cuentan que, tras sentir su larga lengua por el cuello, por los pechos y entre los muslos, se despiertan encendidas. A cambio el niño duerme tranquilo en su cama. Pero a otras, que preferirían mil abrazos de la bestia antes que perder a su hijo, solo les queda llorar. Y lloran tanto que forman enormes charcos que se unen a los arroyos; y estos al río que nace en las montañas, elevando así, cada Navidad, sus depósitos de sal.
Ufff, qué dulce y qué salvaje, ¿cómo lo haces?
ResponderEliminar😃 ¡Muchísimas gracias!
EliminarBesosss
Enhorabuena 😍😍
ResponderEliminarGracias. 😃
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