Se escucha ese «pi» infinito, tan irracional, mientras ella se inclina sobre mí, acercando sus labios a los míos. Su mirada me provoca un deseo irrefrenable. Arrebatado, le arranco la blusa y hundo la cara entre sus generosos pechos. Enseguida siento el cosquilleo en la entrepierna y sonrío tanto que parezco una caricatura de lo que un día fui. Sin embargo, a pesar de mi lucha, ese fastidioso «pi» logra despertarme. A mi lado, mi dedicada esposa dormita en una silla, con la frente apoyada en su inseparable bastón. Y yo cierro los ojos con fuerza otra vez.Nuria Rozas
Finalista semanal de la semana 9 (16/11/2020) de la XIV Edicición de Relatos en Cadena