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El flechazo 

Tito el Pelirrojo sorbió los mocos sin achicarse y el ruido pareció el gruñido de una bestia en la plaza tomada por Keko el Bicho y su banda de macarras. El grupo lo tenía rodeado y estudiaba si partirle la cara o dejarle hacer. Aunque optaron por reírse de él. Lo conocían bien. El Pelirrojo era el blandengue de los Pozones y no había logrado nunca un buen escupitajo. Además, sabían que su líder era el único capaz de darles. 

En aquel lugar, el que hacía blanco se quedaba con el sitio si los otros no querían llevarlas.  

Tito disimulaba el temblor de piernas cubriéndose con la chupa tres tallas más (que ya se había quitado en previsión de llegar a las manos) y rezaba para que sus colegas llegaran por fin mientras seguía acumulando flemas en la garganta.  

El tiempo se detuvo como en un duelo de una de vaqueros. 

De pronto el Pelirrojo escupió y dio de lleno en la mejilla del Bicho. 

Nadie se movió, sólo hubo un cruce de miradas. Después todos se retiraron. Pero Keko pateaba a Tito, presa de una furia incontenible tras sentir algo raro en el estómago por primera vez. 

 

(Relato publicado en ENTC)


2 comentarios:

  1. Parece que esas miradas y la pelea encierran algo más de lo que parecen.
    Buen intento, Nuria.
    Felices fiestas y feliz año.

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  2. Pues sí, hay bastante más de lo que parece a simple vista.
    ¡Muchísimas gracias por pasarte a comentar!
    Felices fiestas y feliz año para ti también.

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