Como cada domingo, contemplo con cierta envidia el cuidado con el que Manuel asienta a don Manolo y luego se acomoda a su lado en la mesa del rincón. Yo acudo enseguida con la carta. Aunque sé bien que Manuel la rechazará con un gesto y me pedirá el Menú especial con un guiño. También sé que don Manolo mirará orgulloso al hijo. Su Menú especial no es el de los demás, solo son huevos con patatas y chorizos. Todo frito y brillante. Tan brillante como el halo que envuelve de manera deliciosa cada domingo a esa mesa del rincón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario