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Al son de la trenza

 

Le embelesa el alma su perfume a mantequilla, nueces y almendras cuando baila con ella por primera vez. Por eso, no ve el momento en el que le quita con deleite el sugerente vestido que lleva de azúcar glas.


1° Premio #ARDulcesLetras de Radio Aragón y Pastelería Tolosana con el tema «Al son de la trenza» de la ilustración que acompaña a la entrada

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Joooo, no sabéis qué mal y qué bien lo he pasado. Escribir un par de relatos en X en 20 minutos en directo. ¡Yo que me puedo tirar semanas!

Al final les gustó uno mío, pero, vamos, que también podría haber sido uno de @anaberna9, @Eowyn1001 o @supersalto1, que eran geniales.

Gracias, gracias, gracias a @Trenzaalmudevar y @aragonradio por el trato y por «mover mis mariposas» para que me crea que puedo volar de verdad.

❤️🌈

Gota a gota

Paloma Casado

Tras escuchar la mentira, una lágrima, densa como el mercurio, recorre la mejilla sonrosada lentamente, hasta quedar balanceándose en la barbilla. Desde allí, contempla los pequeños edificios abajo. Y el gentío que se acumula parece un hormiguero caótico. Se balancea. Hay un aire agradable que la refresca. Disfruta del momento. Observa el cielo como tantas veces que buscó respuestas. Pero hoy está nublado. Y las nubes pasan demasiado rápido. De pronto, otra lágrima de igual densidad recorre el mismo camino que la primera tras asomarse tímidamente por el lagrimal. Bailan juntas sobre el vacío. Pendulan armónicas a ritmo del latir. Hasta que el rugido del tráfico las devuelve a la realidad.


(Relato publicado en ENTC.)
 

Un menú especial

 
Imagen IA
Como cada domingo, contemplo con cierta envidia el cuidado con el que Manuel asienta a don Manolo y luego se acomoda a su lado en la mesa del rincón. Yo acudo enseguida con la carta. Aunque sé bien que Manuel la rechazará con un gesto y me pedirá el Menú especial con un guiño. También sé que don Manolo mirará orgulloso al hijo. Su Menú especial no es el de los demás, solo son huevos con patatas y chorizos. Todo frito y brillante. Tan brillante como el halo que envuelve de manera deliciosa cada domingo a esa mesa del rincón.

(Relato 86, publicado en ENTC, con tema «UN MENÚ ESPECIAL»).

El protegido

Foto de la red

Desde que el padre falleció, a Keko su madre solo le deja ver programas infantiles, «para protegerlo», le explica ella siempre. Y, aunque él no entiende lo que le quiere decir con eso, no le importa, le encantan los dibujos, sobre todo los de unos muñecos que surfean las estrellas en un cajón.


Esa noche el niño sueña con el padre y se despierta con una enorme sonrisa de madrugada. Después, todo sucede demasiado rápido. 


Keko se pone el casco se asienta en una caja del trastero se lanza por las escaleras y sale volando por la puerta ya abierta de entrada, rumbo al cielo donde está su padre, justo al tiempo que pasa un camión. 


(Publicado en ENTC. Tema: escaleras).
 

El flechazo 

Tito el Pelirrojo sorbió los mocos sin achicarse y el ruido pareció el gruñido de una bestia en la plaza tomada por Keko el Bicho y su banda de macarras. El grupo lo tenía rodeado y estudiaba si partirle la cara o dejarle hacer. Aunque optaron por reírse de él. Lo conocían bien. El Pelirrojo era el blandengue de los Pozones y no había logrado nunca un buen escupitajo. Además, sabían que su líder era el único capaz de darles. 

En aquel lugar, el que hacía blanco se quedaba con el sitio si los otros no querían llevarlas.  

Tito disimulaba el temblor de piernas cubriéndose con la chupa tres tallas más (que ya se había quitado en previsión de llegar a las manos) y rezaba para que sus colegas llegaran por fin mientras seguía acumulando flemas en la garganta.  

El tiempo se detuvo como en un duelo de una de vaqueros. 

De pronto el Pelirrojo escupió y dio de lleno en la mejilla del Bicho. 

Nadie se movió, sólo hubo un cruce de miradas. Después todos se retiraron. Pero Keko pateaba a Tito, presa de una furia incontenible tras sentir algo raro en el estómago por primera vez. 

 

(Relato publicado en ENTC)


Éxtasis

Foto de la red

Su mejor amiga la ayuda con el cambio. Ahora se parece a la Sandy del final de Grease, de negro y taconazos rojos. Antes de partir, se atusa los rizos rubios en el espejo de la entrada y se humedece los labios bermellón. Sabe que esta vez Antonio va a alucinar. En la puerta de casa se lleva las manos a la cabeza, qué tonta, olvidaba el bolso, donde lleva lo que necesita.   

Coge el bus. Es lo que hay si te llevan el coche injustamente por tercera vez en el mes y no tienes un puto euro para recuperarlo 

Llega al depósito municipal contoneándose ligeramente hasta la ventanilla, tampoco quiere pasarse. Al verla, Antonio, el encargado, se pone de pie tras el mostrador y se recoloca el paquete. Al fin ella entra en razón y él no tendrá que sobornar más a los agentes para hacerla ir hasta allí.  

De pronto, afuera, el Mercedes de Antonio explota y salta por los aires y unos gritan y otros se tiran por los suelos. Sin embargo, absorta con la belleza del espectáculo, ella está a punto de aplaudir. Pero apretar el detonador escondido en el bolso ya le provoca suficiente placer.



(Publicado en ENTC.)

Ayuda

 

Un extraño artefacto cruza el cielo a toda velocidad hasta estrellarse en la plaza de Galicia. Lo han visto desde todos los municipios de alrededor. Por eso, lugareños y vecinos acuden en su busca armados con hoces, picos y palas. Enseguida el griterío retumba en Arzúa. Pero allí sólo hallan un enorme agujero y restos de metales. Por suerte no hay heridos y, tras las pesquisas que duran varias semanas, concluyen que es algo raro del gobierno. Nunca lo sabrán. 

Entretanto, escondidos en unos niños y unos becerros que se encontraron, los cuatro marcianos petrificados se afanan en contactar con el espacio exterior. 

(Relato publicado en ENTC.)


El instante

Las aventuras de Tom Sawyer, leo con dificultad en las tapas del viejo libro. No sé bien qué decir. Yo lo que quería para mi décimo cumpleaños era una Barbie. O dinero para comprarla. O una Barbie y dinero para comprarle vestidos. De pronto, mi madre, que siempre parece que lee lo que pienso, me empuja para que le dé un beso al abuelo. Sí, ya sé que ella siempre me explica que él no sabe nada de caprichos de niña, que ya está mayor. Aunque aún es ágil para atrapar el beso que le doy en la mejilla poniendo la mano sobre él. Luego se lo lleva al corazón. Eso siempre me hace reír. Desgraciadamente, como por arte de alguna magia más caprichosa que mis propios deseos, el abuelo se difumina como niebla fugaz en mi pupila infantil; y quince densos lustros se asientan sobre mis hombros, mientras todavía sostengo el preciado libro entre las manos. 

 

 (Relato presentado en el concurso ENTC).

Dulce final

Cada día discuten y luego se reconcilian en la cama, hasta hacer temblar los cimientos del edificio en el que malviven. Sin embargo, hoy no hacen el amor. Hoy, tumbados desnudos, sólo se miran a los ojos en silencio, nariz con nariz. Sonríen llenos de complicidad, olvidándose de todo lo malo, incluidas las molestas gomas de los brazos, mientras esperan, espe… ran, esp… 


(Publicado en ENTC, inspirado en la palabra «Mamihlapinatapai», la palabra más concisa del mundo, que expresa el entendimiento silencioso entre dos personas).

Sin sombra

Foto propia
Aunque no lo parezca, se santigua con la mano derecha fantasma mientras el puño izquierdo esconde un mechero. A su vez, el ojo derecho fantasma mira al frente con seguridad. Sin embargo, el izquierdo titila indeciso. Entonces el corazón remueve los fantasmas de los anhelos que le llevan tiempo acechando; y el cerebro, que suele decidir en estos casos, hoy se queda en blanco, bajo la luz abrumadora del sol del mediodía.

Y, petrificado en el centro de la terraza más popular, el joven inapreciable contempla cómo otro muchacho ofrece fuego a la bella Marieta, que rebusca en el bolso por enésima vez.







(Relato finalista en el concurso Anonimous propuesto en ENTC. Tema: "cuidado con los miedos, les encanta robar sueños". Condiciones: relato que empiece por la letra A y acabe por la Z y límite de 111 palabras).